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¿Cómo alcanzo mi peso saludable?


Conocí al IMC (Índice de Masa Corporal) desde muy pequeñita. Nos presentaron en el consultorio médico, pero se volvió mi temido acompañante mientras crecía. Era esa "calificación" que estaba buscando para saber que ya estaba sana.


Me acuerdo de saber perfectamente cuál era ese número meta que me situaría en el "peso saludable" y de intentar perseguirlo; "no por estética, sino por salud", decía. Claro que, además, ese peso meta me haría dejar de comprar tallas grandes y me haría recibir aplausos y "qué guapa te ves" en todos lados.


"¡¿IMC de 35?! ¡¿Es en serio?!", dije cuando lo calculé durante la universidad, después de más de 10 años de hacer dieta, ahí seguíamos... nunca pudiendo alcanzar eso que el IMC "sabía que era saludable para mí". En serio, nunca lo alcancé. Ojalá hubiera sabido lo que sabes después de leer mi blog sobre los rebotes en las dietas. Me hubiera ahorrado muchos años. Y es que yo no tenía la culpa. Esa era otra de las mentiras de la cultura de las dietas y de la delgadez: que, si me esforzara lo suficiente, podría alcanzar el peso "saludable".


Es decir que el IMC no ha sido solo un medida de mi cuerpo y mi "salud", sino que se volvió un indicador de mi "fuerza de voluntad", de mis ganas de ser una "buena ciudadana", de mi perseverancia y de mi autocuidado, además de, por supuesto, de mi belleza y de mi posibilidad de soñar con la vida que yo quisiera (enflaca primero, sueña después). Un acompañante odioso, diría yo.


 

La historia del IMC

Platiquemos un poco ahora sobre el IMC. Aunque muchxs profesionales de la salud ya reconocen que el IMC es una medida que no funciona muy bien (porque pues... básicamente solo toma en cuenta tu altura y peso), es una medida que se sigue utilizando porque es "práctica" y "sencilla". Pero hay muchas medidas que son prácticas y sencillas que han herido muchísimo a nuestra humanidad (como categorizar a las personas por su color de piel, religión, identidad de género u orientación sexual). Que algo sea sencillo no significa que sea lo correcto. La humanidad es mucho más compleja que eso.


Te quiero contar un poco sobre la historia del IMC. El IMC en realidad no siempre se llamó así. Antes se llamaba "Índice de Quetelet", en honor a Adolphe Quetelet, un estadista y matemático belga de inicios del siglo XIX. No estudiaba medicina ni se dedicaba a ningún tema relacionado con la salud. Más bien le gustaban los números y los cálculos. Él quería generar un concepto del hombre promedio (ojo: sí, dije "hombre") que sería un ideal social que alcanzar. En ese momento histórico, el racismo científico estaba en auge. De hecho, Quetelet es parte de quienes fundaron los estudios de antropometría y la pseudociencia llamada frenología, que definía a las personas por la circunferencia de su cráneo y que perpetuó la esclavitud y otras atrocidades.


Para calcular a su "hombre promedio", se basó en las medidas de peso y altura de hombres franceses y escoceses (es decir, una medida exclusiva para Europa occidental), y aunque su trabajo se utilizó para justificar el racismo científico y la esterilización de poblaciones vulnerables, él fue muy claro: el IMC no fue creado para ser una medida de grasa, composición o salud individual. Para Quetelet, sería una medida poblacional, no individual, con propósitos estadísticos (no de salud).


 

IMC: El reencuentro

El peso no se consideraba como un indicador de salud sino hasta inicios del sigo XX, cuando las compañías de seguros en E.E.U.U. empezaron a generar tablas de alturas y pesos para determinar cuánto cobrarle a sus clientes. Sumando a Quetelet, a las aseguradoras y a algunos estudios de médicos gordofóbicos y racistas (como Ansel Keys, quien afirmaba que la gordura era "asquerosa" y "repugnante"), para 1985, el Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos adoptó al IMC a su definición de "ob*sidad". De hecho, en 1998 lo reajustaron, reduciendo el umbral y haciendo que "millones de americanos se volvieran gordos sin subir de peso de la noche a la mañana".


Este segundo cambio abrió paso para un nuevo pánico en la salud pública: La epidemia de la "ob*sidad". Así, de ser una matemática básica para el "hombre promedio", se convirtió en ese compañero del que te conté y, a la vez, en esa sentencia. En el mejor de los casos, el IMC solo falla en su reporte. En el peor de los casos, el IMC genera resentimiento contra los cuerpos gordos y alimenta el maltrato médico de lxs pacientes gordxs.


 

Creo que con lo que hemos platicado antes, queda claro que el IMC no es algo que sirva ni que nos diga nada sobre la salud de las personas, y lo más triste es que, como te conté, es de las principales herramientas que se utilizan en la práctica médica (o, ¿tú por qué crees que tu médicx te pesa en cada consulta?). Definitivamente pienso que tenemos que dejar esas herramientas que, aunque son "sencillas" y "prácticas", nos están costando la vida y la salud de muchísimas personas.


Entonces, ¿cómo llegar a tu peso saludable? Yo empezaría preguntando, ¿cuál es tu peso saludable y según quién? Creo que tendríamos que volver a analizar si la meta es el peso o la salud, y platico de eso en este otro blog.


Te espero en mi Instagram para que platiquemos al respecto. Me encantaría saber si puedes identificar el daño que el IMC ha hecho en tu salud y si te identificas con mi experiencia. Además, allá puedes encontrar mucho contenido que, estoy segura, te va a servir muchísimo...


Escrito por Ana Pau Molina.


 

Bibliografía:

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